De lo que es…
Superficial es lo que soy;
(ay mis amigos)

el erotismo,
la sensualidad
encontrar a alguien desnudo
llegar a su departamento y desnudarme,
acabar y salir al balcón a mirar las luces,
los demás balcones,
la luna,
las estrellas;
a los estúpidos que están abajo escupirles
(orinar al vacío)
Escuchar que me hablan,
dejar que me hablen de cuatro a diez veces,
sonreír en la tercer y sexta vez.
Acudir.
Volver a charlar,
a besar,
a tocar,
a lamer,
a excitar,
a golpear,
a susurrar al oído las poesías que arme para quien amo.
(palabra absurda)
Mantener cortos diálogos que pretenden ser eróticos.
Moverme; mover.
Posiciones y gritos,
resbalándome entre cuerpos sudados.
Acabar; continuar.


De lo que siente…
El destino es renunciar,
(retraído, incomunicado, aislado)
donde la lluvia no cesa,
los prados son verdes y un lago mantiene un frío constante;
donde a cada montaña la escale siete veces,
en siete horas,
pensando siete maneras de montar alas en mis brazos,
mi espalda,
mis piernas,
mi pecho,
mi alma.
Donde nada existe, existo.
Allí las nubes son grises,
no saben cambiar de forma
para inventar no sirven.
Hace frío, estoy blanco, no voy a abrigarme.


De lo que desea…
Sin culpa, asesinarla.
Asesinar a mis hermanos;
en desayunos amargos, mientras los cuerpos se descomponen,
pequeños tragos de agua con limón llenandome
acompañando la angustiante música
y los maullidos del gato a punto de congelarse…
y allí camino
con mis pies rojos en las plantas
mis dedos cubiertos, pintados
doy miles de pasos para decorar la casa
para no saber de donde parto, ni a donde voy,
¿el efecto?, el de muchos pies,
mucha gente rondando mi espacio
las ventanas abiertas,
las puertas abiertas,
y los cuerpos,
y mis pisadas,
y el aire,
y mi piel…
profundamente superficial. ¡Que asco!